Queridos Hermanos y Hermanas,
Hemos llegado ya a la parte final de nuestro viaje cuaresmal. Este año 2020 podemos decir, sin temor a equivocarnos, que ha sido una Cuaresma única e inolvidable. Me atrevería a decir que es como si Dios quisiera que todos nos detengamos a ver nuestra vida de una forma diferente, y descubrir que significa realmente para nosotros el ser discípulos de Cristo.
Estoy muy contento de que el Señor nos permita vivir otra Pascua. Como sabemos la palabra pascua significa paso. Cada año la Pascua es única y especial. No somos los mismos del año pasado y no seremos los mismos el año que viene. Por eso en la Pascua que se avecina tendremos la oportunidad de experimentar la victoria del Señor, que pasará destruyendo los pecados, miedos y miserias que están presentes hoy en nuestras vidas. Jesucristo es sin duda el enviado del Padre, para que a través de su Espíritu podamos conocer su Misericordia, su Poder y su Amor.
Hermanos, con el sacramento de la Confirmación hemos recibido los siete dones del Espíritu Santo. Entre ellos el espíritu de Sabiduría, la cual es necesaria para entender el tiempo en que estamos viviendo. Vivimos entre dos eventos muy importantes: entre la primera y la segunda venida de nuestro Salvador. Sabemos que Jesús fue enviado por Dios para inaugurar un tiempo de gracia para los que crean en él y sigan sus caminos. Sabemos que hace cerca de dos mil años, este mismo Jesús de Nazaret, no solo fue torturado y humillado, sino que murió una muerte de Cruz y, después de entregado a su madre, fue sepultado en una tumba. También sabemos que al tercer día Resucito de entre los muertos y que su discípulos comieron con él, tocaron sus llagas, y le vieron ascender al cielo. Sabemos que, antes de partir, Jesús envió a sus discípulos a predicar y a bautizar a todas las naciones. Sabemos que él volverá nuevamente, juzgara a cada uno según su conducta y que los fieles serán admitidos al banquete celestial donde verán a Dios tal cual es. Por lo tanto cada año los cristianos nos preparamos para esa pascua nos preparamos para la última pascua, donde seremos transformados por la visión plena de la divinidad. Y nos preparamos precisamente celebrando de una manera nueva los misterios de la pasión, muerte y resurrección nuestro Señor y Salvador Jesucristo. En esta pascua 2020, anhelamos el día de su venida, y unidos a toda la Iglesia proclamamos: ¡Maranathá! ¡Ven Señor Jesus!
Es, por tanto hermanos, muy importante preparar nuestros corazones para que cuando llegue el Señor, nos encuentre con las lámparas de nuestra fe encendidas. Hemos encontrado algunos materiales y actividades que esperamos puedan ser de ayuda para que desde sus casas puedan celebrar en familia los misterios importantes que contemplamos durante esa semana. Este es un tiempo de gracia donde los padres podrán transmitir la fe a sus hijos, no solo a través de palabra, sino a través de la acción litúrgica. La vida, aprenderemos, es una liturgia de alabanza a Dios, por todo el bien que nos ha hecho, sobre todo al enviar a su Hijo, no para condenar, sino para salvarnos de nuestra esclavitud y de una vida sin Dios. Es mi deseo y mi esperanza que estas actividades les ayuden a redescubrir los misterios de nuestra fe, y si por casualidad se ha estado apagando, que sea nuevamente encendida en el seno de la propia familia.
¡El enemigo no está en cuarentena! Él quiere destruir el plan de Dios para nuestras familias. Él quiere separarnos unos de otros, distrayéndonos de las cosas esenciales. Si unidos contemplamos a Dios, el amor entre unos y otros crecerá, el egoísmo será destruido como el faraón en el mar, y seremos llenados de esperanza para una vida nueva. Detengámonos ante el misterio de una tumba vacía, que anuncia la victoria de Dios. ¿A quién ha vencido Dios? ¿Cómo le venció? ¿Qué arma uso? ¿Cuál fue su premio? ¿Qué precio tuvo que pagar? ¿Qué le motivo a entrar en este conflicto? No hagamos caso a la voz del enemigo que nos miente, más bien escuchemos la voz del resucitado que nos dice: “No tengan miedo…” En el Evangelio de la vigilia Pascual del sábado (Mt 28, 1-10) vemos al amor de Dios que sale a nuestro encuentro y nos invita a llevar a nuestras familias a la Galilea espiritual, al lugar de un encuentro personal y único con Dios. Vamos juntos hermanos, ya sé que hay alguno que dice “Ay, esto está muy complicado.” Dios valora y bendice nuestro esfuerzo, como aquel niño que dio todo lo que tenía: cinco panes y dos peces. Con tu esfuerzo, alimentaras la fe de tus hijos.
Sepan que el padre Roberto y yo continuamos rezando por ustedes. Estoy muy agradecido y me consuela el amor que muchos de ustedes sienten por nosotros. Por favor manténganos en sus oraciones para que Dios nos de la fuerza para hacer su voluntad todos los días. Les deseo que la paz de nuestro Señor Jesucristo, llene sus corazones con la sabiduría de su Santo Espíritu y que así lleguemos al pleno conocimiento de su amor.
Fr. Angel